Escuela Infantil en los Rosales
Un mirador coruñés sobre el horizonte de la mar por donde Breogán partió. Una sola planta minimiza su impacto y lo integra en el entorno. La solución arquitectónica con 3 volúmenes interconectados se desarrolla con claridad organizativa a través de formas rectangulares y diáfanas que permiten un fácil entendimiento y mayor grado de flexibilidad.
El edificio se dispuso en planta baja, aportando un valor ecológico sobre la parcela, minimizando el impacto de la edificación y atendiendo a criterios de accesibilidad. Teniendo en cuenta las características del entorno urbano, con grandes espacios abiertos y torres de gran altura, se pretendía proyectar un edificio que creara su propia escala y se protegiera a si mismo. Al mismo tiempo, la diversificación del programa de la escuela infantil aconsejaba que sus funciones fueran independientes pero agrupadas y que su desarrollo y su uso fueran comunes. Por ello, la escuela infantil se concibió a base de tres volúmenes independientes, interconectados entre si por grandes espacios de relación y socialización. El acceso al edificio se realiza a través de dos volúmenes por la fachada este.
Los volúmenes principales corresponden a las aulas, que se agrupan en función de los distintos ciclos escolares. Un primer volumen desarrolla las aulas de 0 a 3 años, y se complementa con un jardín exterior orientado al sur. Un segundo volumen, de menor longitud, alberga las aulas de 3 a 6 años, y las complementa con un jardín exterior vinculado al acceso del edificio, orientado al sur y protegido de los vientos dominantes particulares de la zona. Un tercer volumen desarrolla las funciones colectivas de la escuela, como la cocina, el comedor, la zona de socialización, configurada por el hall de entrada al edificio y, por otro, la zona administrativa, formada por la recepción, la sala de profesores y la sala de dirección, todas ellas vinculadas al acceso del edificio.
La solución arquitectónica se desarrolló con una clara organización a través de sus formas rectangulares y diáfanas, que permitieron un fácil entendimiento y un mayor grado de flexibilidad.
Las fachadas se organizaron según su orientación. En los accesos (orientación sureste) se alzan fachadas opacas, con escasos huecos, que expresan la voluntad del edificio de protegerse del entorno. En cambio, hacia el paseo marítimo (orientación noroeste) aparecen frentes acristalados que permiten la contemplación del jardín y la entrada de una generosa iluminación natural.